miércoles, 18 de mayo de 2011

Rexor Kul, historia de un elegido


Olaf Urda-Stein era un joven y prometedor noble perteneciente a la casa de los Urda, vivía una vida llena de retos y aventuras en su amada ciudad de Middenheim. Acababa de ser armado caballero al servicio de la Orden de los Caballeros del Alto Yelmo y el destino parecía sonreírle.
Un duro día de invierno fue llamado por Wilfredo para realizar una misión de escolta rutinaria. Olaf junto a cinco caballeros de su orden debían escoltar a un hechicero desde la ciudadela-fortaleza del Middenstag hasta Middenheim, al parecer se trataba de un hechicero de la Orden Dorada que había sido requerido a presencia del Justicar de Middenland por practicar transmutaciones no autorizadas. El viaje hacia el sur transcurrió sin problemas ni sobresaltos salvo algún encuentro con animales salvajes mientras bordeaban la rivera del Taub.
Al llegar a Middenstag hablaron con el jefe de la guarnición que tenía al hechicero bajo vigilancia, y fue entregado a los caballeros del Alto Yelmo. El hechicero portaba una mascara de plata pura que parecía no tener unos ojos en su interior, llevaba una larga túnica encapuchada algo sucia que dejaba entrever unos bordados y filigranas doradas. Era alto pero de hombros estrechos lo cual daba un aspecto aun más extraño al practicante. Los caballeros se miraron los unos a los otros con gesto torcido al contemplar a su escoltado y tras intercambiar unas palabras con los habitantes del lugar y hacer noche en el lugar partieron al amanecer de vuelta a Middenheim.
Ninguno de ellos hablaba con el hechicero y tampoco parecía tener ganas de hablar con unos caballeros que se burlaban abiertamente de su aspecto. Mientras recorrían de vuelta la rivera del Taub ocurrió algo que cambiaría aquel estado de calma; el hechicero, que viajaba en un corcel atado al de Olaf con las manos entrecruzadas susurró a Olaf palabras en una lengua desconocida para este. Al principio Olaf ignoró al hechicero mientras le lanzaba miradas con desprecio y siguieron la marcha, pero los susurros fueron subiendo de tono y el caballero mando callar al hechicero. Entonces ocurrió algo que hizo recorrer un escalofrío por su espalda, la máscara de plata le sonrió burlonamente como si cobrara vida. El hechicero saltó del caballo ágilmente y mostró sus manos desatadas mientras subía el tono de sus cánticos y los demás caballeros desenvainaban sus espadas. Mientras ocurría esto Olaf parecía haberse quedado congelado con la mirada perdida en la máscara del hechicero. Sus compañeros de armas fueron asesinados rápidamente transformando sus cuerpos en llamas multicolores con alaridos de dolor.
Tras esto el hechicero se acercó a Olaf con paso tranquilo y ya en silencio; el caballero se encontraba inmóvil en la grupa de su corcel y de la mascara brotaron estas palabras:

“Has sido llamado por el que Cambia las Cosas, Él ha querido que escuches su llamada,
sus huestes esperan un líder y la elección la tomaste antes de nacer”

Algo cambió en la cara del caballero, su rostro se ensombreció y con la mirada recuperada asintió al hechicero.
Y los dos partieron a galope tendido con dirección al territorio Troll, nunca mas se sabría del caballero Olaf Urda-Stein

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